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miércoles, 22 de agosto de 2012

Cómo nacen mis libros III – La fase de documentación


Continuando con la serie de entradas que versan sobre mi método de trabajo, hoy os hablaré de la fase de documentación e investigación.

Ésta es la etapa que mayor fascinación ejerce sobre mí a la hora de trabajar; y constituye, asimismo, una de las más importantes si pretendemos dar credibilidad a nuestro texto, independientemente del género literario al que nos dediquemos.

Una de las razones por las que abogo y hago tanto hincapié sobre este tema es la necesidad que siento de proporcionar a mis relatos una base de conocimiento inspirada en datos reales. Normalmente mis novelas contienen –casi siempre- ese ingrediente misterioso, ese detalle que escapa a la realidad de lo comprensible que, sin rayar en lo paranormal -¡qué poco me gusta esa palabreja!- proporciona esa dimensión inexplicable que elude magistralmente todos nuestros intentos de comprensión y racionalización de los problemas que planteo en mis historias. De hecho, creo haber encontrado ya, por fin, el género y el estilo en los que me encuentro cómodo a la hora de trabajar.

Sin embargo, y continuando al hilo de lo que decía, creo que es precisamente la constante aportación de datos reales –ya sean de cariz científico, histórico, sociológico, cultural, tecnológico… - los que me ayudan a que la historia, a pesar de ser ficticia, adquiera visos de realidad llegando a confundirse, en ocasiones, con la esencia de lo cotidiano, de ese día a día que tan normal nos parece. Ésa es, precisamente, la técnica que empleé cuando trabajaba en La Morada de los Ángeles, la que empecé a esbozar cuando escribí La Hora Nona o el drama de Sant Jordi y es precisamente la que estoy desarrollando y tratando de cultivar más aún en la actualidad mientras me encuentro enzarzado en plena etapa de documentación de mi próximo proyecto.
Las fuentes: recuerdo que hace unos cuantos años, antes de que naciera Santa Wikipedia Mártir -¡je, je, je… ¡- la visita a bibliotecas y hemerotecas era prácticamente ineludible. Claro está, si uno no deseaba conformarse con la clásica enciclopedia de toda la vida eternamente expuesta en la estantería de casa de sus padres. Pero mucho cuidado con esto; en la actualidad, yo aún continúo trabajando la mayor parte del tiempo en las bibliotecas. Allí encuentro prácticamente todo lo que necesito; libros, revistas de multitud de temáticas, documentales, hemeroteca… y, por supuesto, internet, puesto que aún me encuentro entre los pocos “privilegiados” que no hemos permitido el acceso de estas nuevas tecnologías, tan adictivas en ocasiones, a la intimidad del hogar.

Cuando necesito adquirir conocimientos sobre un tema específico suelo, en primera instancia, acudir a la red. En ella se encuentra prácticamente todo lo que uno pretenda encontrar; sin embargo, la información obtenida de este modo no siempre resulta fiable. Siempre recomiendo la necesidad –sí, necesidad- de contrastar la información obtenida de este modo.

Así, lo que suelo hacer es recopilar información de distintos autores –a poder ser autoridades en la materia- para, acto seguido y tras su detenida lectura, cotejar dicha información. Y… aparecen las sorpresas. ¡Os sorprenderíais al comprobar la falta de consenso que puede existir acerca de un mismo tema! De todo ello, intento quedarme con lo esencial y procedo a hacerme una composición bastante definida de lo que estoy buscando. Y así sucesivamente en todos los casos que se me puedan plantear al trabajar en una obra.
Para temas especializados, no obstante, suelo recurrir a los libros –sí, a los libros de toda la vida-, que son los que mayores garantías continúan ofreciéndome hoy por hoy.
Éste es un método laborioso y muy entretenido pero, por contrapartida, muy interesante si te gusta la investigación. Y desde luego, a mí no sólo me gusta, sino que además me llena.
Por último, reseñar que tampoco está ausente en mis acciones al respecto el trabajo de campo… o sea que me calzo el cuaderno de notas, la grabadora y la cámara de fotos y me voy a hablar con quien haga falta. ¡Los resultados de ésta forma de proceder se revelan, cuando menos, sorprendentes!
En fin; ya conocéis otra faceta más de mi particular proceso de creación literaria. Supongo que, salvo detalles, no difiere demasiado de lo que cualquier otro escritor pueda hacer.
En la próxima entrada continuaré hablando de otro asunto que considero de vital importancia: los personajes. Entretanto, e intentando soportar esta brutal e incompasiva oleada de calor, os dejo con un auténtico regalo que he recibido también hace muy pocos días. Aquí tenéis el enlace:
http://bibliofilayosoy.blogspot.com.es/2012/08/publicacion-de-la-morada-de-los-angeles.html

Un abrazo a todos y… ¡buenos libros!

6 comentarios:

  1. Comparto contigo que la investigación es la sal y pimienta del proceso de escritura. Los mejores recuerdos que converso de los 7 años que trabajé en mi novela fue todo lo que aprendí para darle pilares ciertos a una historia ficticia.
    Es muy bueno que gente del oficio cuente estas cosas para que los que se largan a escribir sepan que meter la nariz en los libros o santa Wiki es parte del camino adecuado

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  2. Muchas gracias, E de K. Me alegra saber que otros compañeros comparten lo mismo conmigo. Por cierto, ¡7 años! Supongo que detrás de tanto tiempo se esconde un trabajo de proporciones monumentales.
    Un fuerte abrazo y bienvenido a mi blog.

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  3. Hola Jordi, qué buena metodología de trabajo, con la que estoy totalmente de acuerdo, es el escudriñar, el investigar y extraer cuanta información sea posible, lo que hace que nuestros escritos sean creíbles, hacer lo contrario nos convertiría en escritores...de disparates. Excelente. Yo para la novela costumbrista en la que estoy trabajando actualmente, me he terminado convirtiendo en un peligro para los habitantes y oriundos del pueblo donde se desarrolla la historia, ya que mis orejas parecen tener vida propia(sin exagerar jeje), escuchando cualquier anécdota, experiencia o relato que mis inocentes y cautos interlocutores dejan escapar sin saber que yo estoy ahí sonriente, asintiendo y tomando atenta nota de lo que se habla. Así somos, como escribí alguna vez: cazadores de historias.

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  4. En efecto, Diana. Una buena documentación le confiere a nuestra historia el volumen y la dimensión necesarios para hacerla creíble. Cuando investigas y aparecen en tus escritos anécdotas reales, personajes y hechos históricos o datos científicamente comprobados el lector experimenta la sensación de estar leyendo algo que, a pesar de ser ficticio -la historia en sí- se entremezcla con la realidad de tal manera que, en ocasiones, cuesta separarlo de ella.
    Sí; así somos, y en eso nos hemos convertido... en cazadores de historias.
    Un abrazo muy fuerte, y me alegra leerte de nuevo amiga.

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  5. Osea que por aquí tenemos otro autor dispuesto a regalarnos bellas historias??
    Pues por aquí me quedo a ver que encuentro...
    Estamos en contacto.
    Besos
    Lupa

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  6. Bienvenida a Hecho de Tinta, Lupa. Es un placer tener un nuevo miembro en el blog; espero que te guste, y puedes participar siempre que lo desees.
    Un abrazo y... ¡nos leemos!

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