Translate

viernes, 26 de julio de 2013

Por Santiago

Hoy no voy a hablar de libros. Ni de literatura. Ni de escritores.
No me apetece hacerlo.
Hoy quiero sumarme al dolor y al sentimiento de pérdida que afecta a las familias de las víctimas del terrible accidente ferroviario de Santiago.
Según los últimos datos arrojados por los medios son ya 80 las personas fallecidas en el siniestro, mientras otras noventa y cuatro continúan repartidas por algunos hospitales con diversos pronósticos; treinta y tres de ellos en estado crítico.
Y contando...
¿Sabéis una cosa? Me emociona comprobar nuevamente cómo la gente, el pueblo de este país tan castigado últimamente por causas de índole muy diferente a las del accidente está sabiendo reaccionar.
Mejor o peor, aún quedan cosas buenas en las personas, me digo, mientras trato de hacerme una idea, horrorizado, del inmenso dolor que se esconde tras esas frías cifras.
Me chocan, no obstante, algunas cosas. Todos somos humanos, es cierto, pero veo que empiezan a hacer declaraciones al respecto algunas personas y entidades que, en otras circunstancias, no han tenido el menor miramiento a la hora de despojar a muchos de sus bienes, de sus casas, de su propia vida... los mismos que, sin ninguna clase de escrúpulos, han desahuciado a familias enteras acogiéndose al sempiterno poder del sucio dinero.
No sé... me resulta paradójico y más doloroso aún.
Pero ahora mismo el cuerpo no me pide más; no me apetece continuar hablando... ni siquiera escribiendo.
Hoy es un día triste. 
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario