Lo siento, pero no he podido evitarlo.
Es decir, no lo siento.
Acabo de leer algunos artículos en la red hablando de nosotros, los tan traidos y llevados escritores independientes, escritores indies... o llamadlo como os plazca; escritores, al fin y al cabo.
Bien sabe Dios que no me gusta la polémica, ni soy demasiado dado a buscar razones o desfacer entuertos, como nuestro amado hidalgo Don Quijote de la Mancha; pero es que... es que el tratamiento que se da en algunos sitios al que hoy, después de tres largos años dedicándome a ello con todas mis fuerzas, tiempo y tesón, considero mi trabajo, me parece sencillamente indignante. No voy a mencionar las fuentes, pero cualquiera puede darse una vuelta por google...
Mi primer libro, del que ni siquiera hablo normalmente, lo escribí hace ahora más o menos diez años; no se trata de uno de esos libros a los que denominan de vanidad, cuyo único fin es publicar un reducido número de ejemplares para regalar entre familiares y conocidos y tratar de ennoblecer el ego personal de su autor. Fue el primero de una lista que, a dia de hoy, cuenta con cuatro títulos y va en aumento, a la espera de cerrar o finalizar varios frentes en los que estoy trabajando. Pero si una cosa no fue ese libro es producto de la crisis. Y por eso me molestan sobremanera algunos escritos que circulan por ahí. Frases como "conviértase en un escritor independiente", "cómo convertirse en un escritor independiente", o "escribir es sólo un negocio" creo que hieren y ofenden el alma del auténtico escritor. Y es que, a veces, la falta de dinero o recursos hace que florezca el ingenio de una forma casi descarada.
Mi opinión, señores míos, es que escribir no es ningún negocio, y el que diga lo contrario -salvo muy pocas expcepciones- no sabe en realidad lo que está diciendo. Si pretendes hacerte millonario escribiendo en España, créeme, ve olvidando el tema y busca otra actividad más lucrativa y afin a esa idea. Y no es que no sea posible hacerlo, pero creo que es algo bastante improbable, y hablo tan sólo de mi propia experiencia.
Como escritor, mi sueño y mi meta desde hace varios años es vivir dignamente del producto de mi trabajo. Ni más ni menos. Y hasta ahora, creedme, aún no lo he logrado.
Eso no significa que no haya quien consigue equilibrar bastante acertadamente su balanza de gastos e ingresos y pueda, como vulgarmente se dice, ir tirando. Pero os aseguro que conozco a muy poca gente que lo esté haciendo, o que no se vean obligados a compaginar su tiempo de escritura con un trabajo "de verdad", si es que aún queda algo de eso en este país. Pero no; hoy por hoy, no te haces millonario gastando tinta y codos de camisa.
Por eso amigos, precisamente por eso, porque uno sabe el sacrificio, el esfuerzo y -muchas veces- las lágrimas que hay detrás de algo tan bonito como ser escritor, exijo desde aquí un respeto hacia nuestra profesión; hacia mi profesión.
Ser escritor no es sólo leerse un manual de estilo o asistir a un cursillo de redacción de dos semanas y ponerse delante del ordenador con el oficio aprendido; exige mucho más que eso.
Mi oficio exige lectura, mucha lectura.
Mi oficio exige mucha entrega, exige darlo todo, exige soñar, elaborar y saber transmitir las mejores historias; esas que son capaces de solucionar un problema, de hacerte permanecer pegado a la silla durante toda una noche o de hacerte dar un salto de tu sillón preferido porque estás a punto de llorar; o porque eres incapaz de reprimir una carcajada.
Mi oficio, como muchos escriben por ahí, no es un negocio. Mi oficio es pasión, son noches de insomnio madurando una idea, son horas ante el papel o la pantalla de un ordenador leyendo, escribiendo, mimando el texto, corrigiendo sin cesar, releyendo hasta la saciedad, perfeccionando hasta el agotamiento.
No te conviertes en escritor porque no tienes dinero, o porque hay crisis, o porque las cosas no te van bien y decides probar suerte. Naces escritor, y eso no se compra. Es tu pasión, es tu vida y, si por cualquier causa no logras situarte en un top ventas o ser un best seller, no abandonas, sino que continúas trabajando, aprendiendo y leyendo a otros compañeros para alcanzar su nivel y encontrar tu camino.
Mis seguidores no son clientes; mis seguidores son lectores, y no compran y leen mis libros para que yo me enriquezca, os lo puedo asegurar. Leen mis libros en busca de nuevas ideas, de nuevos mundos, de nuevas -o viejas- historias bien contadas que les aportan cosas que el dinero es incapaz de aportar.
Ése es mi público, y ese es mi oficio; y me siento orgulloso de él, aunque -de momento- no me dé para vivir dignamente con el esfuerzo de mi trabajo.
Creo que ya va siendo hora de que, los que nos llamamos escritores, empecemos a valorar y hacer respetar nuestro oficio.